Camina sin mí
Rosario del Carmen Flores Vallejo
En Etiopía
se llevó a cabo la denominada Operación Moisés, la cual tenía
como fin rescatar a los africanos que profesaran la religión judía para
llevarlos de nuevo a Israel y fueran libres de profesar su religión ahí. Camina sin mí, es el título cinematográfico que cuenta una historia con un final
realmente digno de ser contado.
En uno de los campamentos a los que acuden los camiones
de esta operación se encontraba la mamá de Shlomo. Ella, para que su hijo
tuviera una esperanza de vida le ordena se vaya con esa caravana por lo que
tiene que ocultar que su fe es la cristiana y convertirse al judaísmo
callando con esto un secreto con el que vivirá la mayor parte de su vida.
Shlomo tuvo que mentir para obedecer a su madre, vivir y
como le dijo ella:
“no volver hasta que fuera digno de ser”.
“no volver hasta que fuera digno de ser”.
¿Tendría alguna justificación moral este acto maternal? En realidad sí. La búsqueda de la
supervivencia y una mejor calidad de vida siempre motivan al hombre. Claro no
es admisible decir que el fin justifica los medios (ni el hecho de mentir); sin embargo, todos merecemos
vivir mejor y tenemos la constante necesidad y avidez de hacerlo día con día.
Basados en el punto anterior, puede haber cientos tal vez miles de justificaciones, hay que recordar que tan variante es la moral práctica como el número de
personas en el mundo.
Podría ser que ella busque una mejor vida para su hijo y lo entregue por
necesidad o que simplemente sea una madre joven que quiere procurar un mejor destino
al que tendría el niño con ella.
Cabe decir que estas serían meras suposiciones ya que el futuro como las
cartas aunque se tenga todo a favor o en contra no se sabe qué jugada nos
depara la siguiente mano.
La mamá, cuando dice al niño “Sé digno de ser” según mi punto de
vista, se refiere a que él, como hombre, debe hacerse merecedor del mismo
regalo de vivir que le está concediendo su madre. Y cómo hacerse merecedor de
este presente más que aprovechando y explotando lo que le da su madre y su
familia adoptiva, la oportunidad de vivir soñar y trabajar por ello.
https://www.youtube.com/watch?v=dnYZODEUfIA
¿Los negros y blancos son iguales ante Dios?
Cuando el debate en el templo judío utiliza a Adán el
cual según la Tora
fue creado por Dios de la arcilla, la tierra. La raíz del nombre de Adán que en hebreo significa ADOME esta palabra al mismo
tiempo significa rojo (el color de la arcilla) es así que se puede concluir que Adán no era ni
blanco ni negro, sino rojo como la arcilla de la que fue creado.
Ciertamente como seres
sociales los hombres necesitan de una sociedad para desarrollar al máximo no sólo
sus capacidades intelectuales sino el “ser” mismo. Sin embargo, en las
sociedades contemporáneas en las que deberíamos coexistir entre iguales es cada
vez más difícil encontrar un marco de referencia que nos indique como se puede
lograr esto: convivir. El ser humano es un ser
político esto etimológicamente hablando nos da a entender
que proviene y depende de la sociedad, del mismo modo que esta depende del
hombre para evolucionar; es por eso que dependemos de las relaciones sociales
que establezcamos por ello somos el perfecto paradigma
de la conectividad.
Pero el individualismo
que nos acecha día con día no nos permite reconocer que desde el momento en que
nacemos estamos afectados por cada una de las decisiones “individuales” de
nuestros congéneres.
Nada podríamos concretar si no tuviéramos en cuenta la necesidad de ser
empáticos con los problemas de nuestra sociedad y no sólo eso, también ayudar a
resolverlos.
Estamos hechos a base
de incontables y asombrosas conexiones, y vivimos enlazados con el mundo que
nos rodea. Nuestra conectividad
es evidente en las situaciones de peleas o conflictos (porque siempre tratamos
de resolverlos) en la cohesión entre el cuerpo y la mente y en la aptitud para
intercambiar mensajes con el entorno y sus ocupantes. Precisamente, la
característica que de verdad nos distingue del resto de los compañeros del reino
animal es olvidar la apatía y hacer florecer nuestra
extraordinaria capacidad para comunicarnos entre nosotros, relacionarnos y
convivir en la intimidad.
Caminaron Madre e Hijo Bajo la misma luna. Nunca estuvieron solos.
Rosario del Carmen Flores Vallejo
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