Dilo y tal vez lo recuerden, Escribelo y si lo olvidan volverán a leerte.

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sábado, 20 de abril de 2013

El Error de la Luna y la Redención de Dos Estrellas



El Error de la Luna y la Redención de Dos Estrellas



Efectivamente, fue el error de la luna. La niña cayó en embelesos, de esos que roban el aliento. Esos que son mortíferos. No tanto como la cabeza de Medusa, más bien como flechas envenenadas de idealización del infame Cupido. Ese que yace en la obra de Botticelli. ¡Qué va! Cupido está en pañales. ¿Qué va a saber él del amor?
La niña salió de la galería de arte con rumbo a su hogar. Llegó la noche.
    ¡Egua! Estoy aquí, en el mismo lugar donde tu inercia me arrojó. La desviación de la luz  parecía un buen atajo. Bueno…ahora ya no. Voy caminando con los ojos mirando al suelo y el corazón al cielo. Te quiero alcanzar. Tengo un pesar, tengo varios, no me dejan ir… me atan. Es mi obediencia la que me tiene atado. ¡Egua reflexiona-te!
¿Cupido qué va a saber de lo que le duele a Egua el silencio o de lo que provocaron en ella la actitud altiva y los ojos de Íptemo? Esos ojos que desdeñaron todo, como haciéndolo a un lado; así como quien hojea un libro en el estante empolvado. Ese libro abierto, que ansioso por ser descubierto, aceptó las caricias de unas manos canallas entre sus hojas. 
    Estoy aquí en el péndulo de movimiento eterno entre dos lugares, dos corazones. En aquellos tiempos descompuestos. Todo por las “alas” y sentimientos adiabáticos que en mi pecho habitan. Ya tomaron mi lugar, es cierto ¿alguna vez lo tuve…aún lo tengo?
Dile tú ciego Cupido, que además tuviste la desfachatez de vendarle los ojos, ¿quién te creíste para flechar al de los ojos equivocados? ¿O quizás fue un desvarío?
    Aquí estoy en tu espectro memorial Legeips, llena de frecuencias que no te dejan escuchar mis latidos... ¿me ves? ¿Dónde estoy? Quizás estoy más cerca de ti pero me anulas. Mi pulso se nulifica, me estoy muriendo y tu atemporalidad no me alcanza. ¡Legeips reflexiona-me!
No, no... Si fue el error de la luna y de Cupido; de esa primavera de cuatrocientas especies florales; del invierno que se avecinó así: sigiloso asesino de juventud que día a día nubló todo un poco más. Fueron los vientos, la euforia... o ¿fue Venus?
¿Será que la curvatura del universo no nos deja vernos?
    ¿Son tus ojos mi espejo y mis ojos son tu espejo? 
Venus se vio cegada por su vanidad de mundo rosa. ¿Qué no se dio cuenta que el amor no es más que otra rosa llena de espinas de su jardín y un capullo frio? Fue tu cara reclinada y meditabunda reflejo de evasión. Te evadiste de ver, por tus errores, de frente a los hombres. Les dejaste un espíritu desquebrajado. ¡Los engañaste! A ellos y a Legeips.
Fueron de la naturaleza las mareas altas, la predisposición de la luna a acrecentarlas...fue el error de la luna que en el corazón de Egua destruyó aquellas conjeturas aventuradas de un amor que nunca tuvo cimientos.
Las tres locas: Belleza no basta,  Sabiduría no la aguanta y Armonía ya no puede mediar en ese juego de discursos retóricos y alegatos vacíos.
¿Y de qué sirve que estén juntas si el error de la luna fue que Egua se fijó en los ojos negros de Íptemo? En ese claro de luz que asomó por el retrovisor, Mercurio le  vendió en la luna su perfecta sonrisa y su “espíritu sin complejos”. Y pagó un corazón ilusionado al comerciante, al informante, entre la tierra y los cielos. ¿Qué recibió? Sólo lágrimas y desconsuelos.
Fue el error de Egua, el de la luna, el de esa condenada estación...es su error, ella cayó en tu trampa de ilusión, Cupido. El error fue que ella entregó su corazón.
    Nos empañamos la pupila con nuestros alientos, estamos tan cerca…(que burdo) y a la vez tan lejos. Doy un paso adelante y tú uno atrás y viceversa. Nunca juntos vamos a estar.
    ¡Cómo anhelo tus manías, tus miradas con las mías!
    ¡Cómo anhelo de tu cabellera la entropía!
            Condenados a nunca verse y sólo reflejarse rondan aquellos amantes en el universo. ¿Se buscan todavía? Toda la historia fue un picosegundo, fue todo un haz de luz en el cielo.
    ¿Es un sueño?
Y entonces la niña se levantó de un brinco y se asomó por la ventana. Miró al cielo, contempló la noche y agradeció por el día de mañana. Sintió que el rose de sus manos, mientras oraba mirando hacia Sirio, la movía desde la más ínfima partícula de su ser hasta la más grande supernova a su favor.
Supo entonces que sus palabras y su amor, como el aleteo de una mariposa, provocarían una reacción en el mundo que la rodea y la llevarían hacia él, el indicado.
A la mañana siguiente, después de un sueño de veinte años, al fin se reflejó Egua en una primavera anticipada el 22 febrero. Egua cerró los ojos y despertó. Legeips por fin la encontró.



Rosario del Carmen Flores Vallejo.

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