Rosario del
Carmen Flores Vallejo
El pelo que crece en la cara, tanto de
varones como de mujeres, "y más en las mexicanas" haciendo remembranza al comentario de cierto cantante
español,
en algunos casos sirve para cubrir defectos del rostro, o las cicatrices de la
piel, y en ocasiones como adorno según la moda. Sin embargo, hubieron personajes
emblemáticos
para la Historia, que hicieron del vello facial algo más que una moda, lo
hicieron su ícono, su marca, un sello y podría
decirse que hasta un legado para que los recordaran a ellos y sus obras, buenas
o malas, para la eternidad.
De entre los íconos velludos más
interesantes, destacan los dos pintores carentes de lógica, mas nunca de
sentido: la uniceja de
Frida Kahlo
y el afilado bigote de
Salvador Dalí.
Dalí, desde pequeño, nunca supo ser alumno mediocre y bajo la instrucción de su
madre, pero aún más de su primer maestro Esteban Trayter y de su padre,
no tuvo otra que aprender a ser ateo, entre la frase "la religión es
cuestión de mujeres" y la gran
colección de filosofía de Voltaire acumulada en
los estantes de la biblioteca paternal.
Así, hojeándolos aprendió que
"dios no existe", ¡pero cuando conoció a Nietzsche, se hizo conocedor
de la defunción del
mismo dios!
Poco después, Dalí plasmaría que Nietzsche en lugar de confirmarle en su
ateísmo, hizo que germinara en él las interrogaciones y la duda, que son
previas al entendimiento de la esencia de lo divino, pensamientos que plasmó en
su Manifiesto en 1952.
Dalí, en la plena flor de su juventud,
vivió cuatro años interesantemente nietzscheanos, al ser encarcelado en Gerona por motivos
políticos. Situación que le agradaba plantear en términos de su obra, ya que al
igual que él era incomprendida e injustamente acusada por los niños (críticos de arte, como él así les
llamaba).
Al término de este tiempo,
Dalí se reveló y se volvió héroe; y esto último,
le valió la expulsión del lecho familiar, pero con ello la triunfante recepción
de aquel superhombre en los brazos una supermujer: Gala.
Si viviera Gala,
seguramente se la dedicaría
Fue entonces que Dalí tomó un interés
particular en la corriente surrealista y decidió deshuesar hasta el último
componente de las consignas y los temas del mandato que lo dirigía;
pero se apegó tanto a dichos decretos que según dice “se convirtió en el único surrealista integral”. Sin embargo, su
maestro André Breton, sus colegas y
demás personajes consideraron el resultado de su apego como obsceno y grotesco,
por los elementos escatológicos y repulsivos que en ellos se
desplegaba. Su integridad hacia el surrealismo, le fue merecedora de la
expulsión del movimiento. Es así que, fue exiliado de aquella corriente
artística, tal y como se lo profetizó su mujer, a quien como buen esposo
eventualmente ignoraba, pero esta acción fue un tanto absurda, porque sin los bigotes de Dalí,
simplemente no habría surrealismo; Dalí puso en el mapa al arte, su arte, que
en sus palabras "es él".
Estaba un
español y un mexicano, y entonces…
La uniceja, contemporánea
de Dalí, tenía algunos matices de surrealismo,
pero eso sí nunca lo aceptó, ya que aseveraba "no pintaba sueños sino su
propia realidad". Ya en 1923, al tiempo que los bigotes empezaban a dar
pinceladas hacia el cielo, Frida Kahlo
había pasado sus primeros años revoltosos (y nunca mozos), en compañía de su
familia y sus amigos del grupo de izquierda Los
cachuchas,
liderado por su primer amor.
Polvos dorados
volando en el impacto… la historia va comenzando
Fue la Casa Azul en el Distrito Federal, aquella que la
vio nacer y morir en Coyoacán, la que contempló con asombro el largo y
agonizante periodo de sanación de un cuerpo tripartido, después aquél
trágico accidente que marcó la psique y la vida de Frida, para dar vida a la obra plástica que
inmortalizaría su ceja en el tiempo.
Si bien dijo el gran amigo de Dalí, Federico García Lorca que "los
bigotes constituyen la constante trágica del rostro del hombre", la
uniceja también debería ser considerada (¡y creo que ya lo es!) como el
bosquejo de la tragedia en el rostro de una mujer; si acaso una tragedia parcial; ya que, si bien truncó
una vida como estudiante de medicina, frunció más el ceño de Kahlo al lanzar su
mirada coqueta para juntar su camino con el del Panzón, algún tiempo
después. Si, ¡para hacerse más dramática! pero muy bien acompaña durante su
existencia; la existencia ella se esmeró en perpetuar desde el primer autorretrato que pintó.
La diferencia entre un loco y ellos, es
que ellos no estaban locos. Fueron los estandartes de un periodo
revolucionario. En España, Dalí como reaccionario contra lo común y lo
corriente del fascismo romántico y burgués destruyo y reconstruyó desde el
núcleo subatómico del surrealismo el sentido del sueño y la realidad que se
vivía, que vivimos. En México, Frida abrió, no sólo su pecho (casi
literalmente), sino también la puerta a la fuerza femenina expresada en su
arte, a través de delicados toques con el pincel, como queriendo resanar las
huellas de un dolor más allá de lo físico.
Es así que no tiene porqué ser ¿ceja o
bigote?, mejor un poco de genialidad de cada uno de estos dos locos, que no
hicieron más que pintar y soñar.
Mejor que Mickey Mouse
Rosario del
Carmen Flores Vallejo
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